Descripción
Se obtiene a partir de los brotes más tiernos, cuando aún conservan el delicado vello blanco que los recubren, de allí su nombre de té blanco. Las hojas se recogen, se marchitan naturalmente y luego se procede a su secado.
El té blanco no se enrolla ni se oxida, por lo cual se preservan las características de su sabor, y produce un té “más ligero” que los tés negros o tradicionales.
Visualmente, estamos en presencia de un té de color blanco plateado, de textura sedosa y aterciopelada.
Propiedades:
El té blanco protege eficazmente las células de tu organismo. El té blanco es la variedad de té más alta en antioxidantes.
Esto se debe a que, durante su elaboración, las hojas de té blanco no están sometidas a procesos de oxidación (recoger, marchitar, secar, y nada más, ¿te acuerdas?).
De este modo, ni se degradan ni se alteran sus antioxidantes naturales, y sus poderes se pueden aprovechar al máximo.
Las catequinas, antioxidantes presentes en gran cantidad en el té blanco, neutralizan la propagación de los radicales libres, responsables de la degradación de las membranas celulares, y permiten el retraso del envejecimiento celular en todo tu cuerpo.
– El té blanco cuida tu piel. ¡El té blanco es una perfecta bebida anti-aging! Los antioxidantes del te blanco protegen tu piel, la mantienen hidratada y previenen la aparición de las arrugas.
– Es perfecto para acompañar las dietas adelgazantes: presenta un gran poder diurético y te ayuda a eliminar las toxinas acumuladas en el organismo de forma natural.
– Contribuye a una buena salud bucodental: los antioxidantes del té blanco presentan un efecto antiinflamatorio, antibacteriano y antiviral.
Con sus propiedades antimicrobianas, el té blanco contribuye a reducir la placa, a prevenir la formación de caries o la inflamación de las encías.
Se conoce también como su efecto para eliminar el mal aliento.
– Contribuye a la reducción del colesterol: estudios observacionales han demostrado que, gracias a las catequinas, el té blanco permite reducir el colesterol total y LDL (el colesterol “malo”) y protege a las partículas LDL de la oxidación.
De este modo, el consumo de té blanco está asociado a un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como trombosis, ataques cardíacos, ACV o insuficiencia cardiaca.
– Por último, cabe señalar que, aunque aún estén en el estado de estudio, varias líneas de investigación se centran en estudiar el papel de los antioxidantes frente al cáncer y a la formación de tumores, y sus posibles efectos frente a enfermedades degenerativas como Parkinson o Alzheimer.
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